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Rosalyn Wikeley explora los viñedos del ‘West Country’ inglés, donde se está redibujando el mapa mundial del vino.

De viñedos ingleses

Cuando los enófilos curiosos aterrizan en el Reino Unido, rara vez se sienten decepcionados. En el sureste del país prosperan bodegas ya bien establecidas en medio de un aumento constante de las temperaturas, un aluvión de medallas vitícolas e inversiones de los gigantes del champán. Pero lo cierto es que se les está pasando por alto un pequeño detalle.

Al otro lado de la isla, el ‘West Country’ es un mosaico esmeralda que planta cara a la abrupta y salvaje costa atlántica, salpicado de pueblos con tejados de paja y ciudades con mercado que aparecen en las novelas de Thomas Hardy y Jane Austen. El tiempo aquí fluye de forma diferente y una robusta identidad marítima impregna a los lugareños como la sal marina al aire limpio del campo. Su costa ha seducido durante mucho tiempo a las multitudes de la ciudad con sus playas rubias, calas solitarias y hoteles de estilo náutico.

Sin embargo, su producción vinícola ha pasado desapercibida hasta ahora. No deja de ser sorprendente, dada la diversidad de sus suelos, su clima seco y templado y su generosa oferta de horas de sol. Allá por la década de 1950, un puñado de viticultores proféticos vislumbraron su potencial enológico, pero hemos tenido que esperar hasta los últimos cinco años para que una avalancha de galardones internacionales haya atraído la atención hacia este discreto y encantador rincón del Reino Unido.

Como la mayoría de los vinos ingleses, la región se inclina por las variedades espumosas sacando provecho así de su suelo de tiza. Las temperaturas más frescas, en comparación con la Europa continental, hacen que las uvas tarden más en madurar y que puedan conservar así caracteres delicados que les confieren un distintivo toque de frescura. El crecimiento es moderado, sobre todo porque la región disfruta de su libertad frente a la imposición del rendimiento industrial y apuesta por experimentar con técnicas innovadoras de cultivo y vinificación.

Dorset y Wiltshire

Al igual que las zonas salvajes de su costa jurásica, donde las tierras de labranza barridas por el viento limitan con la mismísima espuma del mar, muchos de los viñedos de Dorset están aún por descubrir y apreciar como se merecen. Bajo hectáreas y hectáreas de cultivos y suaves pastos transitados por ovejas y vacas se esconde una composición mágica: la misma arcilla, tiza y sílice que conforman el legendario ‘terroir’ de Champagne.

En este contexto, no es de extrañar que la bodega Langham Wine Estate recibiera el galardón de Productor de Vinos Espumosos del Año en el Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos de 2020, un premio que suele concederse a las casas de champán de mayor renombre. Su Blanc de Blancs recibió los elogios de los jueces por su frescura y elegante final, características que se derivan del suelo y el clima, y también por el enfoque de baja intervención del propietario Justin Langham, que evita el proceso de afinado o filtrado.

Un poco más al norte, el viñedo Bride Valley fue fundado por Steven Spurrier, un prestigioso crítico y venerado experto vinícola que organizó el legendario Juicio de París en 1976, en el que los críticos franceses cataron a ciegas los mejores Chardonnays y tintos. Tras plantar vides con su esposa Arabella en la granja de ovejas de la familia, su primera cosecha se agotó en 2014 y atribuye el éxito de sus Chardonnays, Pinot Noirs y Pinot Meunier al suelo calcáreo y a las terrazas de terreno inclinadas y orientadas hacia el sur.

La tradición familiar continúa también en el condado vecino, en Wiltshire, donde el viñedo a'Beckett's Vineyard de Paul y Lynn Langham, a las afueras de Devizes, produce vinos espumosos tan excepcionales como tranquilos. Mientras tanto, cerca de Amesbury, los esfuerzos familiares de Bluestone Vineyards están dando sus frutos y sus galardonados vinos espumosos tienen la rara distinción de compartir el mismo suelo rico en minerales en el que se asienta el cercano Stonehenge desde el Neolítico.

Devon

Sede de muchos de los viñedos de menor tamaño del ‘West Country’, el mosaico único de viticultores independientes de Devon es increíblemente diverso. Su clima marítimo y su paisaje ondulado exigen temporadas de cultivo más largas antes de la vendimia, pero que dan a cambios unos resultados impresionantes.

En los límites de Dartmoor, Tom Hodgetts plantó vides con sus padres en la granja familiar. Catorce años después, el experimento vitivinícola dio sus frutos y la bodega Alder Vineyard cultiva hoy día tres variedades in situ. “El ‘West Country’ está a punto de conseguir algo muy emocionante", afirma Hodgetts. “Cada uno de los viñedos aquí en Devon tiene su propia historia personal de trabajo duro y determinación que se traslada a todas y cada una de las botellas de vino”.

Muchos viticultores del ‘West Country’ toman su inspiración de la historia vitivinícola romana de la región. Esto es particularmente cierto para el viñedo Old Walls, situado en una parcela romana de 2.000 años de antigüedad cerca de Bishopsteignton. Gracias a su microclima templado y a sus cepas mirando al sur, el patrimonio y el potencial de este viñedo no tardaron en llamar la atención de los inversores, que se lanzaron a abrir también un restaurante y alojamientos para los visitantes.

Cornualles

Gracias a sus numerosas horas de sol y a su clima templado, Cornualles es otra región estelar en la que el generoso verano y el amable otoño del año pasado dieron lugar a cosechas impresionantes y a vinos espumosos de nivel Champagne. Abundan ahora las bodegas que trabajan con amplios equipos en viñedos a lo largo y ancho del condado de Poldarkian, acentuando el carácter salado de los vinos y aprovechando tanto la protección que ofrece su rica topografía como los nutrientes de un suelo cargado de minerales.

El condado ya tiene la consideración de ser todo un paraíso gastronómico, pero los vinos de Cornualles han dado un paso al frente y respaldan ahora también la creciente reputación gastronómica de la región. Viñedos como el de Camel Valley son ya habituales en las cartas de los mejores restaurantes del condado, en la Tate Modern de Londres e incluso en lugares tan lejanos como Japón. Bob Lindo, ex piloto de la Real Fuerza Aérea, y su esposa Annie plantaron sus primeras viñas en las laderas del valle del Camel en 1989 y ganaron una medalla de oro del International Wine Challenge por su vino espumoso "Cornwall", la primera medalla de oro concedida a un vino no champaña. Con esto se consiguió allanar el camino a otros viticultores ingleses, entre ellos a su hijo Sam, que desde entonces ha asumido el cargo de enólogo y se alzó con el premio al Enólogo del Año en el Reino Unido en 2007.

El espíritu comunitario de la escena vinícola de Cornualles es de tal calibre que Polgoon Vineyard, no lejos de Penzance, se fundó a partir del sueño compartido de John y Kim Coulson y de las pepitas de oro de la sabiduría del mismísimo Bob Lindo. Tras sus comienzos como comerciantes de pescado en Newlyn, la pareja cambió la costa por el campo, plantó viñas y se dispuso a producir algunos de los mejores vinos artesanales de todo el condado. Tras dominar una galardonada gama de vinos espumosos, John y Kim se aventuraron también con los alambiques y el resultado fueron unos magníficos blancos de Bacchus y Sauvignon Blanc, rosados de Pinot Noir y un maravilloso tinto afrutado de Rondo y Pinot Noir Précoce (un regalo del glorioso tiempo que hizo a lo largo de 2022). Las vistas son tan espectaculares como los vinos, con las colinas soleadas de Polgoon asomando sobre las aguas turquesas de la Mount Bay.

Somerset

Somerset sea quizás el condado más “descubierto” de la región, si bien sus viñedos disfrutan de su condición de joya oculta. Aldwick Vineyards plantó en 2008 y 2010 una parcela de 4,5 hectáreas en una extensa finca al norte de Somerset. Los primeros premios llegaron en 2013. Hoy, el equipo considera que la clave de su éxito es su enfoque práctico, con viñas podadas a mano en invierno, cuidadas a mano durante la primavera y el verano y vendimiadas a mano en otoño. Sin embargo, Will White, director del viñedo, está dispuesto a actualizar el discurso de “tan bueno como el champán”. “La región de la Champagne es una inspiración, pero no es lo que queremos imitar”, afirma. “Tenemos suelos diferentes, climas diferentes y, por tanto, vinos diferentes. Creo que tenemos que cambiar cómo hablamos sobre el vino inglés”.

Los conocimientos agrícolas del ‘West Country’ se transmiten de generación en generación como preciadas reliquias y las viñas se cuidan más con pasión que con ánimo de lucro. Es precisamente este aspecto familiar y de boutique el que otorga a sus viñedos un margen de maniobra y de innovación envidiables. El reto radicará en cómo gestionar su inevitable éxito, preservando su carácter familiar y la libertad de jugar continuamente con el proceso de cultivo, prensado, fermentación y crianza. Mientras tanto, la próxima vez que salga a cenar, busque en la carta de vinos, por ejemplo, un Langham Blanc de Blancs o un tinto espumoso de Camel Valley y forme su propio juicio sobre la promesa vitivinícola del suroeste inglés.

Si desea obtener más información o realizar una reserva, póngase en contacto con el equipo de Viajes y Conserjería de ACS llamando al +44 (0) 20 8335 1070 o envíenos un email a travel@aircharterservice.com

Crédito de las imágenes: Alder Vineyard (banner), Aldwick Estate (thumb), Knightor Winery (imagen cuerpo izquierda), Aldwick Estate (imagen cuerpo izquierda).

Autora: Rosalyn Wikeley

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