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Desde góndolas Gucci hasta bocadillos de lasaña, un pequeño pueblo francés alberga un lujoso centro de esquí repleto de extras.

Esquí para gente exquisita

El Ultima Courchevel Belvédère es el hotel boutique de lujo de los Alpes que hay que reservar cuando uno no quiere que le vean. Estuve alojado allí una semana y no vi ni un alma... aparte de mi mayordomo y de mi chef personal.

Fundada por dos hombres de negocios suizos con un ojo para el diseño atrevido, la galardonada Ultima Collection ya tiene propiedades de esquí llenas de arte en Gstaad, Crans-Montana y Megève, así como un apartamento de verano en Corfú y una gran villa en Ginebra. Courchevel es su apuesta más atrevida hasta la fecha. Si tenemos en cuenta que las góndolas a este lado de los Trois Vallées están patrocinadas por Gucci, sin dudan están pensando en el público adecuado. Según cuentan, el 95% de los huéspedes del Ultima llegan en jet privado.

A 1.750 m de altitud, el complejo está situado justo a los pies de la prestigiosa Courchevel, en una tranquila aldea llamada Belvédère. A escasos metros de distancia de una pista azul y de un remonte, este lujoso destino goza de espectaculares vistas de las montañas boscosas y cuenta con un total de 13 residencias de esquí con balcones y un par de burbujeantes piscinas al aire libre.

Cada una de las residencias tiene de cuatro a cinco dormitorios y un ascensor privado. Más que para las habituales parejas, parece que el diseño se ha centrado en familias o grupos de amigos. Las residencias tienen más apariencia de un hogar que de un hotel. En el vestíbulo hay un bar y hay un comedor de luz dorada junto a la piscina (donde nunca vi a nadie mientras estuve por allí). Hay dos spas independientes uno del otro porque la propiedad está dividida por la mitad por una carretera. A nadie le gusta tener que caminar por el asfalto resbaladizo. Cada spa ofrece tratamientos personalizados e innovadores, como la terapia fría centrada en el yoga para aliviar doloridas extremidades tras una mañana saltando ‘moguls’.

Estas son las cosas a las que no renuncio y que exijo en todo chalet de lujo para esquiar que se precie: chimenea crepitante; empleado para ponerme y quitarme las botas de esquí precalentadas; botella de champán de la marca Cristal enterrada en hielo al volver de las pistas; suministro telepático de génépi... Lo más importante es la comida y por comida aquí me refiero al queso. El menú en el Ultima no tiene desperdicio.

Lo más destacado y completamente imposible de eliminar de mi memoria: pargo rojo con una generosa cucharada de beluga; un apionabo asado entero y una fondue de queso trufado (obviamente). A ver… ¿quién se aloja en un sitio así y se atreve a renegar de la trufa? Además, a pesar de ser carnívoro convencido y apasionado, el plato más destacado que comimos fue una lasaña sin carne preparada con setas cèpe desbordantes de sabor y con una cremosa bechamel trufada. Estaba tan buena y llenaba tanto que no pudimos acabarla, así que nuestro chef, con todo su ingenio, la convirtió en bocadillos para nuestro viaje de regreso al aeropuerto el último día. Sí, juntos inventamos el bocadillo de lasaña. Les animo a que lo prueben.

Otra cosa imprescindible en unas buenas vacaciones de esquí son los libros y el Ultima puede presumir de tener la mayor biblioteca de hotel que he visto en mi vida. No por el número de tomos, sino por su tamaño, la mayoría de la editorial Assouline. Hay libros de arte y viajes tan grandes que, si te durmieras en la cama con uno de ellos encima, seguramente amanecerías asfixiado. Saqué un ejemplar de Roy Lichtenstein - The Impossible Collection. El libro valía tanto como un forfait para una temporada de esquí entera, así que pensé que habría que pagar una fianza.

Pero no, el arte aquí está para disfrutarlo. Entre las obras se incluyen imágenes del Tintín de Hergé cazando Bitcoins, Mickey Mouse y un par de billetes de dólar negros y dorados de gran tamaño del artista singapurense-holandés James Chiew en las paredes del pasillo. No es algo del gusto de todo el mundo, así que quizá fue mejor no conocer al resto de los huéspedes. Nada peor que desavenencias artísticas estropearan algo así, ¿verdad?

Para obtener más información, póngase en contacto con el equipo de Viajes y Conserjería de ACS en el teléfono +44 (0) 20 8335 1070 o escribiendo a travel@aircharterservice.com.

Crédito de la foto: Ultima Courchevel Belvédère

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